Estoy en Europa y en lo único que pienso es en la cara de Victoria, cada vez que una alemana me mira pasar, cada vez que una persona me mira pasear. La luna entra a brillar en sueño pero no hay nada para soñar porque océanos me separan de mi vida: la que suspendí cuando me vine acá para ver cómo están las cosas. Pera la luna entra, los bares se empiezan a despertar y las bebidas inician el rito. Yo llegué el martes y ahora es jueves y me pica el cuerpo. Las mujeres del sitio resucitan la cuestión y transforman el velorio. La cocaína desfila por las mesas y la muchedumbre enloquece contra los vidrios. La música está siendo tocada. Es tarde, pero yo metí primera porque a los perdedores nadie los espera y nadie le lleva flores a los que se mueren de miedo. Entonces el cuerpo de una mujer que desconocía hace 10 minutos que me lleva por el empedrado de las afueras del bar. Los abrazos de la niebla, los de esta chica y el existir verde de las plazas se mezclan y fabrican una escena espectacular; y yo que dije que no había nada para soñar. El cuerpo y la distancia. La inercia nos lleva y la vida nos detiene en las escaleras de la entrada donde voy a llenar mi reputación de barro. El reloj marca mi cara recién afeitada contra otra cara. Mi familia más allá, muy lejos. La sorpresa, con lo que voy a tener que vivir mañana cuando resucite el sol como cada día. Una vez escuché a alguien decir que uno se puede llegar a sorprender de lo que es capaz de soportar.
La mesa vacía de los demás, no existen ya y estamos con la idea de que la vida es corta. Nos olvidamos casi sin entender de Victoria y de quien quiera que sea el idiota que festeja a esta mujer.
Pero quiero volver a Victoria, que me sueña despierta desde casa con el teléfono en mano y con el pibe en la otra; Victoria: lo único que me importa. Yo tan unitario, ella tan federal. Ella tan «se ilumina todo lo que toco» y los demás tan «me hago pis encima cada vez que la veo», pero no lo sabe. Así de linda es… El pibe esperando por papá. La clase del día que la conocí.
Pero nada de eso me conmueve en este momento, ya me corrompí. Yo acá primitivo, engañándola sin querer engañarla.

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