Cebras azules después de llegar a la número 200. El azul la despierta. Aporta la diversión que estaba perdiendo al volverse todo tan repetitivo. Apareció una velocidad que no estaba, hice 9 de un tirón. Y después, la sensación quirúrgica de mirar y pintar sin saber bien lo que va a pasar, eligiendo con cuidado pero sin pensar demasiado cada movimiento. Con despojo, como diría el maestro Boselli y algo de rebeldía también.
Las líneas azules de la cara me llevan a las máscaras y eso me transporta al carnaval. Parece salida de un corso.

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